viernes, 4 de mayo de 2012

HE HALLADO UN ÁRBOL SIN NOMBRE



Paseaba ayer mismo por uno de los parajes preferidos de mis bosques cuando, al salir de una curva del camino, contemplé un extraño árbol, cuya silueta me recordó por un momenmto la de aquel vecino y buen amigo que un día se quedó ciego. Desde entonces, le veía pasar, en Santander, muchas veces por el paseo marítimo junto al Sardinero, como si, en lugar de pretender hablar con los demás viandantes, mientras tanteaba los obstáculos a su paso con aquel blanco y alargado bastón, tan sólo desease hablar con las estrellas. Mientras me iba acercando y mucho más cuando al fin pude encontrarme frente a él, iba recordando también aquellos versos de uno de esos poetas poco conocidos pero que, al mismo tiempo, siempre se recuerdan. Eran versos precisamente para un árbol que ni tan siquiera había tenido nunca nombre.



A UN ÁRBOL SIN NOMBRE

 
Yo he conocido a un árbol
que me quería bien.
Jamás supe su nombre,
no se lo pregunté
y él nunca me dijo nada:
cuestión de timidez.
Nunca vio mi silueta,
era ciego al nacer,
por eso a mí me quiso
lo mismo que yo a él.
Le dije muchas cosas
que a nadie más diré,
más que a la vieja estrella
que alguna vez hablé.


Pedro Garfias Zurita